2º Parte.
Subo al loft y trato de calmarme y acicalarme un poco; nada como peinarte frente al espejo para calmar los nervios, ¿qué querrá Juliancito? En menos de cinco minutos está tocando el timbre y yo sigo igual, medio vestido, medio desnudo ¿querrá cojer? No ando de humor, o bueno, tal vez sí, contentarse con sus nalgas no es mala opción.
– Hola.-
– Pasa, anda. –
– Sí, pero, será rápido ¿si? –
– Ok, ok, ya, pasa. Acomódate, voy al baño a traer la hierba y los condones –
– No, no, espera. No vengo a eso – lo escucho detrás de mí tratando de alcanzarme y entra conmigo al baño.
– Me voy a ir a vivir con Alex, no te puedo ver más. Él viene por mí en cualquier segundo. En serio, no te puedo ver más – me dice justo cuando saco la pipa de agua del botiquín. Lo acorralo tras la puerta con los dos brazos, cerrándola de un golpe.
– ¿Y ese vejete qué te da que no te doy? ¿Qué no dijimos que ésto es de hermanos, de amigos, de casi el mismo ser? – Le digo tratando de moverle su vena sentimental, porque ni que lo amara, sólo es la necesidad de tenerlo como mi perrito, siempre a mi condición.
– Ya no es lo mismo, lo sabes. No somos unos niños, ya no somos esos niños. Me gustas, te quiero, te debo mucho y a veces siento extrañarte pero no puedo seguir así, no más – Y me da un beso mientras sus manos rodean mi cara ahora pálida por la noticia.
Me doy cuenta y hago lo mismo; le respondo con un beso fuerte y apasionado, muerdo sus labios, siento su lengua raspar contra la mía y mi mano derecha rodea su cara con barba de dos días, pasa por su cuello y pecho, lo que eriza sus pezones al momento y esa es la señal. Con un solo movimiento lo volteo y pongo su cara contra la puerta para verle su rostro en el espejo, llora quedito como cuando eramos niños y yo igual pero mis lentes oscuros no dejan ver mis lágrimas de cocodrilo.
– Lamento hacerte ésto – Y cae al suelo junto con la pipa de agua destrozada.
Adiós pipa de agua. Bienvenido, Alex.
…