La primera vez

2º Parte

 

 

Entre tanta calentura olvidé el sonido del agua, en dónde estaba y a qué había ido ahí. Yo solo iba por la ropa interior y ya estaba tirado en el piso manoséandome por abajo del pantalón oliendo su ropa. Y la escena no mejoraba mi condición, cuando me preguntó eso en un tono tan serio y molesto no vestía más que una toalla que le cubría de la cintura hasta medio muslo y dejaba ver completo su cuerpo musculoso y torneado todavía húmedo por el baño, ese cuerpo por donde resbalaban gotas de agua de su cara y cuello, perdiéndose en su abundante pero recortado vello corporal.

 

Por más que intentaba, la voz no me salía. Los segundos que nos vimos fueron eternos; él viéndome desde el marco de la puerta y yo ahí tirado en el piso con su ropa interior en la cara. Traté de levantarme pero la erección y el trance no me dejaban hacerlo bien. Por fin me incorporé y no se movía del marco de la puerta sino todo lo contrario, estaba inmóvil y con una sonrisa que me perturbaba. Sí, a mí, perturbarme. – Quédate ahí y no te muevas – me dijo señalándome y cerró la puerta de la recámara con seguro. Sabía lo que pasaba pero trataba de saber si era cierto. Me quedé inmóvil como me dijo y lo vi venir desnudo con su paquete colgando.

 

Era aún mejor de lo que recordaba de las dos veces que lo había visto desnudo con anterioridad. Venía hacia mí y era como en película, todo parecía en cámara lenta; como caminaba, como las gotas seguían escurriendo por su torso velludo y el vaivén de sus huevos entre sus piernas mientras su verga ya mostraba las venas erguirdas ante mí.

 

Adelante, ¿qué esperas? Era lo que querías. No tenemos mucho tiempo – me dijo señalando su entrepierna y como si de un imán se tratara, caí de rodillas ante él y le empece a devorar todo lo que encontré.

 

Tal vez sabía desde antes que no era el mejor, ni el más hermoso ni el más grande pero sí el pene con más venas que había tenido. Cada una de ella las sentía apretarse contra mis labios, sobre todo cuando apretujaba sus huevos contra él.

 

No sabía hasta dónde quería llegar pero en ese momento yo ya sabía hasta dónde quería llegar. Como pude y a como me dejó me quité la playera y me bajé los pantalones. Le mostré los mejores atributos que puede mostrar un chico de 17 años pero lo único que me dejé fue su ropa interior colgando de mi cuello.

 

Quédate así, ya no bajes, ahora me toca a mí – y me aventó contra la pared, dándole la espalda y las nalgas. No tardó en empezar.

 

Lo restregó contra mis nalgas, las golpeó con él y no me dejó ver nada, ni aún cuando se alejó por el condón. Todo lo sentí rápido pero sin dolor; la entrada, el empujón de su pene, los vaivenes de su cadera contra mis nalgas, el raspar de su barba en el cuello y el vello recortado contra mi espalda. Oía sus gemidos ahogados y sus diálogos de peli porno en mi oído; me jalaba del pelo, me torcía los pezones y me abrazaba por el estómago y yo no daba crédito a tanto placer inesperado. Quién va a pensar que el papá de su mejor amigo se lo va a coger en su armario, a plena mañana y en su casa. Nadie.

 

Cuando me mordió la espalda alta desperté del trance. Se empezó a retirar como pudo y me dejó ahí medio sin vida. Escuché la llave del grifo y el toilet. Regresó a donde estaba yo, todavía tirado sin saber qué hacer pero extasiado de placer.

 

– Anda, jálatela para mí – me dijo con una sonrisa morbosa y lo obedecí, no sin antes de quitarme su ropa interior del cuello y me vine sobre ella, dejando caer semen, sudor y saliva encima.

 

Siguió sonriendo igual y se empezó a vestir como si nada hubiera pasado. Yo hice igual y quise salir de la habitación pero no me dejó.

 

Aquí nadie sabe nada ni nunca lo sabrá. Vete de mi casa ahora. Espero que se repita, pero no te quiero ver jamás aquí de nuevo, ¿entendiste?– .

Sí señor. Sí. –  Salí de la recámara y de su casa sin Julián pero con su ropa interior sudada y llena de mecos en mi mano.

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